Cuantas veces nos hemos aferrado a recuerdos, a imágenes del ayer, a personas del pasado, sin darnos cuenta de que para vivir nuestro presente y agarrar el futuro, es necesario hacer un hueco en nuestra vida y dejar de lado los sentimientos y la añoranza que nos producen determinados recuerdos.
¿Por qué nos aferramos a las cosas y a las personas?
A menudo nos cuesta desprendernos de recuerdos, personas o situaciones que significaron mucho para nosotros. Estamos enganchados a “lo que pudo ser, y no fue” y sin quererlo seguimos atrapados en un círculo sin salida. Creamos una dependencia emocional, o mental que nos ata y no nos deja vivir.
Es curioso, porque no solo nos aferramos, a personas, a cosas o incluso a situaciones, sino que también nos quedamos enganchados con nuestros pensamientos, nuestras creencias fijas sin querer cambiarlas. La dependencia es como una droga, que crea adicción, cuanto más piensas, más quieres estar con esa persona o en ese lugar.
4 pasos para empezar a soltar
- Determina qué necesitas soltar
A veces no tomamos dimensión real de qué es lo que nos mantiene aferrados al pasado. Tal vez crees que ya has superado, pero descubres que tienes la casa llena de objetos que te recuerdan a ciertas personas. Es importante determina exactamente qué es lo que se va a soltar para empezar a trabajar en ello.
- Para tus pensamientos negativos
No dejes que tus pensamientos negativos entren en ti. Busca una palabra que te ayude a dejarlos fuera de tu cabeza.
- Enfócate en hacer lo que te gusta
Cuando mantienes tu mente ocupada y concentrada desarrollando o haciendo lo que te gusta difícilmente recordarás momentos dolorosos. La clave es que te mantengas activa la mayor parte del día.
- Piensa en ti
Puede sonar un poco egocéntrico decir que pienses en ti, pero en realidad la única forma de sanar y dejar atrás el pasado. Tú tienes el poder de controlar tus pensamientos, emociones y sentimientos. Amarte y respetarte, es fundamental ¡No te permitas estar triste!
El arte de vivir implica saber cuándo aferrarse y cuándo dejar ir. – Havelock Ellis