Una buena alimentación es aquella que proporciona los nutrientes que el cuerpo necesita para mantener el buen funcionamiento del organismo, conservar o restablecer la salud, minimizar el riesgo de enfermedades, garantizar la reproducción, gestación, lactancia, desarrollo y crecimiento adecuado.
Una buena alimentación no solo mejora nuestro bienestar físico, sino que también interviene en nuestro estado de ánimo, ya que nos ayuda a sentirnos con más energía. Asimismo, es aquella que le proporciona al organismo todos los nutrientes que necesita para trabajar de manera adecuada a lo largo del día. Por este motivo, es importante adoptar unas costumbres tanto de nutrición como de ejercicio físico, ya que contribuyen a mejorar la calidad de vida.
Por lo tanto, hay que conocer la importancia de lo que debemos consumir, en qué medida y cuáles se deben eliminar por completo de nuestra dieta y la de nuestra familia.
La amplia disponibilidad de alimentos que se encuentran hoy en día, en muchas ocasiones, lleva a comer en exceso, y a escoger de forma errónea los nutrientes que debemos consumir.
Consejos básicos para la buena alimentación
Según la OMS, una alimentación saludable no es aquella que excluye ciertos grupos nutricionales ya que todos, en mayor o menor medida, son necesarios para nuestro organismo.
1. Toma al menos 5 raciones de frutas y verduras
Estos alimentos ayudan a prevenir enfermedades cardiovasculares, ciertos tipos de cáncer y derrames cerebrales. Según la OMS, se deben consumir cinco porciones de frutas y verduras al día. Gracias a esta ingesta se obtiene la suficiente fibra dietética.
Para facilitar su consumo, es recomendable incluir verduras en todas las comidas, en los tentempiés optar por frutas frescas y verduras crudas, escoger siempre fruta y verdura de temporada, y que se trate de una selección variada.
2. Reducir el consumo de grasas
La OMS recomienda reducir el consumo total de grasa a menos del 30% de la ingesta calórica diaria ya que esto disminuye el riesgo de sobrepeso u obesidad. Pero, no todas las grasas son iguales, por ello, el consumo de grasas saturadas se debe limitar al 10% y las grasas trans a menos del 1% de la ingesta total diaria.
Sin embargo, no todas las grasas son perjudiciales, el aceite de oliva es una de las grasas más saludables, y también lo son otros alimentos como el aguacate y el salmón, ricos en Omega-3, y, por tanto, cardiosaludables.
3. Reducir el consumo de sal y azúcares añadidos
La sal es un micronutriente necesario pero que se debe consumir con moderación, es decir, unos 5 gramos diarios. Su consumo excesivo está directamente relacionado con la aparición de hipertensión arterial.
Por otra parte, el consumo de azúcares añadidos se debería limitar al máximo ya que no deberían suponer más del 5-10% de la ingesta total. Entonces, es primordial basar la alimentación en alimentos naturales y consumir alimentos mínimamente procesados.
Conocer la importancia de la buena alimentación es indispensable para entender cómo puede afectar a nuestro organismo. Una dieta sana y equilibrada te ayudará a estar más sano y a que tu organismo funcione correctamente. Pero, debes saber que es un proceso a largo plazo, no esperes tener resultados de inmediato, y, además, son hábitos que tendrás que mantener de por vida.
Algunos de los beneficios que se obtienen al llevar una dieta equilibrada y saludable son los siguientes:
Fortalecer el sistema inmunitario.
Menor riesgo de padecer enfermedades crónicas.
Mejora la circulación sanguínea.
Ralentiza el proceso de envejecimiento.
Evita enfermedades cardiovasculares.
Ayuda a obtener un peso saludable.
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