Cultiva la alegría en tu vida

Cultivar más alegría en la vida debería de ser una tarea diaria. Los sentimientos como la felicidad generalmente provienen de fuentes externas y son temporales. La alegría proviene de lo interno y siempre permanece. Es una parte innata de quién eres y cómo te expresas.

 

Es por eso que lo que enciende la alegría debe ser único para ti. Podría estar relacionado con encontrar un propósito, una vocación o cumplir una misión. También podría ser la sensación de estar rodeado de familia o buenos amigos. La recompensa de vivir una vida más plena vale el esfuerzo que a veces lleva.

 

El camino hacia la alegría es, en última instancia, un retorno a la totalidad, un redescubrimiento de quién eres y de lo que te hace feliz. Implica conocer y moverte más allá de tus miedos e inseguridades. Con el tiempo, la vida comienza a desarrollarse con facilidad y los desafíos se encuentran con soluciones creativas.

 

 

El camino a la alegría

 

El cerebro humano tiene una tendencia a centrarse en lo negativo a medida que ingieres información. Esto se conoce como sesgo de negatividad. Puede haber ocasiones en las que debas centrarte intencionalmente en formas de producir experiencias más positivas para alejar un poco de esa negatividad.

 

Cultivar la alegría es solo eso, una práctica. Un hábito diario que, con el tiempo, se volverá una costumbre en donde descubrirás qué es lo que te motiva además de aprender a confiar con tus sentimientos.

 

 

Ayudar a los demás

 

Se siente bien ayudar a alguien que lo necesita o apoyar una causa que tiene un significado. Cuando realizas un acto de altruismo, sales de tu cabeza y entras en tu corazón. Los actos de servicio te recuerdan que la vida es más grande que tú y que hay más cosas que lo que ves y experimentas a diario.

 

Es fácil quedar envuelto en dramas y preocupaciones personales, especialmente durante tiempos turbulentos. Cuando puedes detenerte y preguntarse a ti mismo, “¿Cómo puedo ayudar” o “Cómo puedo ayudarlo”, creas un nuevo diálogo interno que conduce a formas alternativas y ampliadas de pensar. Todos tenemos algo que ofrecer. Podría ser tu capacidad para escuchar, dar un gran abrazo, abogar por los necesitados, construir algo o simplemente estar ahí para alguien.

 

 

Fuente: The Chopra Center