LAS PIRAMIDES DE TEOTIHUACÁN
Es una ciudad prehispánica situada en México, gracias a sus fascinantes pirámides fue considerada como patrimonio de la humanidad.
Su nombre es un misterio ya que en realidad nadie sabe cuál es su nombre real de este pueblo.
Ya que el nombre que tiene TEOTIHUACAN fue puesto por los aztecas, cuando descubrieron esta maravillosa ciudad que fue en el siglo de XIV.
Se presume que los teotihuacanos provenían del valle de Anáhuac y de un grupo importante proveniente de Cuicuilco, una ciudad situada a 35 km de Teotihuacán.
LA PIRAMIDE DEL SOL
Representa el axis-mundi o eje del mundo, punto donde se conecta el cielo y la tierra. Tiene 20 pisos y una altura total de 213 metros.
Cada lado de la pirámide tiene 225 metros y, además, el edificio tiene cinco cuerpos troncocónicos.
Este monumento representa el lugar más sagrado de Teotihuacán, pues debajo de la pirámide hay una cueva de 100 metros desde su entrada hasta la base que simbolizaba el lugar del origen del mundo.
LA PIRAMIDE DE LA LUNA
Tiene cerca de 45 metros por lado y 45 metros de alto. Aunque es notoriamente más pequeña que la del Sol, está dispuesta sobre un terreno alto, que le da la misma altura que a esta.
Se construyó debajo de la pendiente de una montaña, considerada la casa del dios de las tormentas. Desde ella, se observaban los movimientos de las estrellas. Los teotihuacanos veían los cuerpos celestes como seres que viajaban al Averno y salían de él cada día, con el nacimiento del sol.
Pero en TEOTIHUACAN, no solamente fueron construidas pirámides, sino también viviendas, que albergaron alrededor de 200 mil teotihuacanos. Esta fue la cultura que invirtió más tiempo y recursos en la vivienda de sus pobladores.
La ciudad de Teotihuacán fue construida en base al orden y la regularidad. Se encuentra alineada con los movimientos de las estrellas en relación con las montañas cercanas. Así, se favorece la contemplación de los solsticios de verano e invierno.
Un rasgo interesante de la sociedad teotihuacana se basa en que el soldado era respetado y tenido en consideración a diferencia del gobernante, al que no se le rendía culto, ya que, para los teotihuacanos, los gobernantes no eran dioses ni seres especiales.