Hay en total cinco heridas y son, por orden cronológico:
- El rechazo
- El abandono
- La humillación
- La traición
- La injusticia
Todos nacemos con varias de estas heridas, pero las vivimos en grados diferentes. Estas heridas se crearon en una vida anterior y siguen presentes, ya que no han sido aceptadas.
Una herida aparece en cuanto empieza la no aceptación, del mismo modo que pueden aparecer de repente numerosas llagas, heridas o enfermedades en el cuerpo de un ser humano. Si éste no se ocupa de la curación de una herida, ésta se agrava cada vez más y, nada más tocarla, le hará cada vez más daño.
No necesariamente tenemos las cinco heridas. Con humildad y sinceridad cada cual puede reconocer sus heridas. Reconocer nuestra limitación humana es el primer paso en el proceso de sanación. Si nos cuesta identificar nuestras heridas es porque nos ocultamos tras una máscara, que se construyó para no ver ni sentir esa herida.
La etapa más importante para la sanación de las heridas es la aceptación.
Observar la herida en vez de dejar que la máscara dirija: cuando una herida se cura, quiere decir que lo que sientes YA NO domina tu vida.
¿Por qué se le llama heridas del alma?
Porque el alma no puede evitar verse alejada de su plan de vida, una y otra vez, cuando permitimos que nuestro ego dirija nuestra vida. Ella sufre, porque la meta de sus encarnaciones es vivir en el amor verdadero y la aceptación de sí a fin de de vivir su divinidad.
Nuestra alma sufre de forma distinta según las heridas que estén activadas. Lo más triste es que dejamos que nuestro ego nos convenza de que nos está ayudando a sufrir menos cuando, en realidad, ocurre todo lo contrario.
El método favorito del ego para evitar que sintamos el sufrimiento generado por una herida es incitarnos a ponernos una máscara cada vez que la herida se activa. Cree de verdad estar protegiéndonos y no es consciente de que, actuando así, lo único que hacemos es mantener y alimentar nuestras heridas.
Por desgracia, el hecho de negar este dolor solo lo empeora. Puedes compararlo con una grave herida física. La herida está abierta y se infecta poco a poco. A pesar de que la cubres para no verla, la infección empeora y la llaga te duele cada vez más, hasta el día en que alcanzas el tope del umbral del dolor.
Entonces solo te quedarán dos opciones: morir o tomar las medidas adecuadas para curarla.
Los cambios vividos a lo largo de la vida, podemos comprobar que ciertas heridas parecen disminuir mientras que otras aumentan.